No deberíamos atemorizarnos ante las pesadillas del dolor, ni exaltarnos indebidamente ante los sueños de experiencias hermosas.
Al concentrarnos en estas inevitables dualidades o pares opuestos de la vida, perdemos de vista al Señor, la inmutable Morada de la Bienaventuranza.
Cuando despertemos en Dios, nos percataremos de que la vida mortal no es más que una película compuesta de luces y de sombras, proyectada sobre una cósmica pantalla cinematográfica
Yogananda