¡CAMINOS DE VIENTO...!
De tanto andar la vida por caminos de viento el entrar fue salida, y el reír: un lamento.
Mis plantas se llagaron, desangradas por dentro, y en cada paso fueron un nuevo desencuentro.
¡Creí en la caricia…! ¡Creí en suaves besos…! ¡Creí en la poesía engendrada en los versos…!
Creí en la palabra que se dice en silencio, y el sentir que se enhebra en abrazos de aprecio.
Creí que la encontraba, y la estaba perdiendo, y cuanto más la amaba se alejaba viniendo…
Eran mías sus manos, que otras manos tomaron, y en mil esfuerzos vanos de mi lado marcharon.
Naufragué en la tragedia de tenerte y perderte, en la cruel cobardía de ser fiel a mi suerte.
De llegarme a tu alma de cenizas sin fuegos, y quemarme en la llama de tu amor que era ciego.
El pabilo apagaste y trémulos quedamos. Sin un adiós pasaste y en secreto lloramos.
Corté estrellas del cielo con tijeras de viento, y las cuidé con celo sin sentir que te siento.
Dos delfines de frío se morían gimiendo, y se mezclaba un río con una mar latiendo.
Desde el vientre del mundo proyecté hasta los cielos, un clamor que era mudo, en dolor de desvelos.
Se asfixió de vacíos el futuro deseado, volviéndose sombríos los caminos soñados.
En vértebra de génesis de opugnación callada, se agruparon las diéresis en sonidos de nada.
Se esfumaron las piérides que inspiraban mis versos. Destruyendo efemérides, evaporando inciensos.
Del camino trazado se perdió su trayecto, y del viento el silbido, de un ayer, que está muerto.
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