Palabras rotas…
Disuélvanse ya palabras rotas… en el abono agreste de la melancolía y no os preocupéis más por aquella rosa, a la cual la tristeza le abrevó temprano el día cuando la promesa marcó la demora olvidando tomar el convenido tranvía…
Verted vuestra tinta veneno en las sobras de lo que con ardorosa pasión se bebía; no es necesario finjáis que os asombra el sentimiento derramado en la tina; no son lágrimas, los pétalos de sobra… son escamas que al temor desafían, fungiendo, como alas de mariposa que en sólo segundos la gravedad desafían…
No escarbéis en las hojas caídas bajo las sombras ni hurguéis en la desazón de la rosa perdida más bien orientad vuestras contemplaciones, que parecen lisonjas hacia el portal donde el sol la mentira mutila; no guardéis, con las tildes que os sobran, la esperanza de no hallaros vencidas… Palabras rotas los oídos no asombran y al corazón jamás causarán más arritmias, sólo hastío por los recuerdos, que de vez en cuando desbordan y solvencia por levantarse ante el paso de la irreverente mentira…
Palabras rotas, aunque inflijan dolor, no ofuscan ni doblan: intelecto, razón, ni rodillas… Pues con orgullo se ha de sobrevivir hasta que se absorban las lágrimas que irrigarán las mejillas. Porque un corazón puro resplandece en las sombras y un pensamiento claro funciona como si fuera mirilla… Y aunque errar es de humanos, y nadie por eso se asombra… Rectificar, es muestra fehaciente de que el valor nos inspira como ventana que deja pasar la luz a través de las sombras o farol enfocando el sentido, que correctamente nos encausa la vida…
Elizabeth Urribarrí
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