LA ÚLTIMA PLAYA
A veces me pregunto sospechando la respuesta,
si el fantasma que me habita es el espectro de mi savia. Me quedo por las noches mirando sin ver el infinito, sin nada que en mis ojos plasme el paisaje de la espera.
Me cuestiona los lirismos olvidados en la mesa detrás de cuatro copas rebasadas de relojes.
¿Acaso en mis abismos silenciosos y profundos yacen mortecinas las vidas que cupieron en mi vida?
Traspaso las barreras del negro firmamento, cabalgo inclinado montado en remembranzas.
Depredando en sus auroras una añeja juventud, como un tigre que defiende su último cachorro. Caminando por la luna con epítetos inertes, abdicando en una oda la vorágine nocturna. Subastando en una pena los últimos suspiros.
Me sé conmovido por la huella que termina, me siente gaviota en la última playa del faro, observando como aumenta amenazante la marea.
Soy la hoja de árbol que ha cumplido con su ciclo. y cae borracha de otoño en el umbral de la vereda.
¿Acaso la balanza en la que pesa mis eventos se inclina sin estorbos condenando mi tristeza ?
A veces me pregunta si valió el atrevimiento, la osadía de vivir sujeto firmemente a mis saudades. Si el amor ha sido solamente fantasía de los bardos apresados a las causas de un manojo de torpezas.
Acaricio con mis dedos la cabeza de algún niño, como queriendo penetrar en los días de la infancia. Me mira en los espejos que demarcan mi angostura, me descuelga en una lágrima como un fugaz lucero.
Walter Faila
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