El testamento del águila Cuando el Águila Real, solitaria sobre una altísima roca, se da cuenta de que se acerca el momento de su muerte, reúne a sus hijos, los mira uno por uno, y les dice: — Yo os he nutrido y criado para que seáis capaces de fijar los ojos en el sol. Aquellos de vuestros hermanos, que no han soportado la mirada del sol, ya han muerto. Pero vosotros sois dignos de volar más alto que cualquier otro pájaro. Ahora, yo voy a dejaros, pero no moriré en mi nido. Volaré alto, hasta donde me lleven mis alas; me lanzaré hacia el sol, lo más cerca posible. Y sus rayos encendidos quemarán mis viejas alas, y yo me precipitaré a tierra, caeré en el agua del torrente impetuoso. Pero mi espíritu resucitará desde el agua, presto a recomenzar una existencia nueva en cada uno de vosotros. El Águila Real no muerte hasta que queda un Aguilucho Real… Dicho esto, el Águila emprendió el vuelo en presencia de sus hijos admirados y sorprendidos; dio varias vueltas entorno a la roca, después apuntó derecha hacia el altísimo azul, para quemar en el sol sus alas majestuosas. Hijos del Águila, grande es vuestro compromiso en el mundo…
Leonardo da Vinci. Fábulas
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