La energía – que tú emites como una Luz Dorada – interactúa constantemente con todo y todos los demás seres. Cuanto más cerca estés, tanto más intensa es la energía. Cuanto más lejos, tanto más sutil. Sin embargo, nunca estás totalmente desconectado de nada.
Hay un punto entre tú y cada persona, lugar y cosa que exista. Es ahí donde se encuentran las dos energías, formando una tercera unidad de energía, mucho menos densa, pero no menos real.
Todos los seres y todo en el planeta – y en el universo – emiten energía en todas direcciones. Esta energía se mezcla con todas las otras energías, entrecruzándose en patrones de una complejidad
maravillosa.
Las energías entrecruzadas, entremezcladas, entretejidas, que corren entre todo lo que se puede llamar físico, son las que mantienen unida la materialidad. Ésta es la Matriz. A lo largo de ella se envían señales – mensajes, significados, curaciones y otros efectos físicos, creados algunas veces por individuos, pero mayormente por la consciencia de masa.
Estas innumerables energías, se atraen mutuamente. A esto se le llama la Ley de Atracción. En esta Ley, lo Semejante atrae lo Semejante. Pensamientos semejantes atraen pensamientos semejantes a lo largo de la Matriz, y cuando “se agrupa”, por así decirlo, una cantidad suficiente de estas energías similares, sus vibraciones se vuelven más pesadas, retrasan su velocidad, y algunas se convierten en Materia.
Los pensamientos crean forma física, y cuando muchas personas piensan lo mismo, hay una probabilidad muy alta de que sus pensamientos formen una Realidad. (Ésa es la razón por la cual “Oraremos por ti” es una declaración tan poderosa. Se cuenta con los suficientes testimonios de la efectividad de la oración unificada como para llenar un libro).
También es verdad que los pensamientos que no son similares a una oración pueden crear “efectos”. Una consciencia mundial de temor, por ejemplo, o de enojo, o de carencia, o de insuficiencia, puede crear esa experiencia, en todo el globo o en una localidad específica, donde sean más fuertes esas ideas colectivas.
Neale Donald Walsch