Cruzamos nuestras manos a la altura del pecho, quedando en silencio por espacio de un minuto; agradeciendo al Todopoderoso por la oportunidad que nos brindaba de estar todos allí reunidos compartiendo los trabajos... A continuación, nos sentamos lo más cómodamente posible, colocando los talones juntos y las palmas de las manos, una encima de la otra, dejando las manos relajadas sobre nuestras piernas; cerrando de esta manera el circuito interno de energía.
Dirigí entonces una relajación muy profunda, pidiéndoles a todos que mantuvieran la respiración lenta y pausada por la nariz, inhalando, reteniendo y exhalando lentamente, lo más lento posible. Mientras hacían esto, les pedí que se imaginaran que podían masajear su cuerpo como silo frotaran con las manos físicas; pero mentalmente.
Con cada respiración rítmica, debían visualizar o imaginar que la energía se concentraba en su interior a la altura del pecho y, desde allí, enviaban la energía a todo el cuerpo.
Empezamos por masajear y relajar mentalmente los pies, y desde allí fuimos ascendiendo masajeando todo el organismo, frotando las plantas de los pies, los talones, los tobillos, las rodillas, muslos, glúteos y caderas.
Todos debían sentir cómo la energía cubría por dentro y por fuera los huesos, los músculos, tendones y ligamentos. fortaleciéndolos y haciendo desaparecer todo dolor, toda molestia.
Manteniendo la respiración rítmica, por la nariz, debían sentir todos un agradable calor que iba subiendo desde los pies hasta la cabeza, envolviendo todo el cuerpo en luz y energías positivas.
El masaje mental continuaba con las caderas, los órganos sexuales, los intestinos y cada uno de nuestros órganos internos. Debíamos sentir cómo la energía que se distribuía por nuestro interior gracias a la respiración lenta y profunda, envolvía por dentro y por fuera nuestros órganos, masajeándolos y liberándolos de tensión.
Poco a poco nuestros órganos iban recuperando su normal funcionamiento al envolverlos con luz por dentro y por fuera... Llegamos entonces al corazón y a los pulmones, masajeándolos como si los acariciáramos con las manos, pero mentalmente, y sintiendo los desplazamientos de la energía en nuestro interior. Los latidos del corazón se van haciendo cada vez más y más lentos.
Sentimos también, cómo los pulmones se van limpiando de toda contaminación, de toda acumulación de energía negativa.
Del corazón y los pulmones pasamos a la columna vertebral, ascendiendo lentamente y masajeando vértebra por vértebra. Con este masaje mental poco a poco vamos corrigiendo cualquier posible desviación de la columna, restaurando el normal flujo de las energías.
Seguimos entonces a los hombros y relajamos los brazos, los codos y las manos, de tal manera que de los hombros hacia abajo ya no sentimos nuestro cuerpo, solo sentimos una agradable sensación de paz y de armonía; un agradable calor que nos envolvía y que duraría todo el tiempo que nosotros así lo permitiéramos.
Continuamos el ascenso, y fuimos masajeando como si frotáramos con las manos: el cuello y la nuca. Sentimos oleadas de energía que ascienden de los pies a la cabeza... ¡Qué agradable sensación de paz y de armonía la que experimentamos!... Masajeámos luego mentalmente la glándula tiroides y restablecimos el normal funciona glandular. Habíamos llegado entonces al rostro y nos, frotando los músculos de la cara como si los acariciáramos con nuestros propios dedos. Los párpados se cerraron por sí solos; la boca quedó entreabierta. Percibimos en ese instante, cómo la energía se concentraba en nuestros dientes que son los fusibles del organismo, restaurando el equilibrio eléctrico del cuerpo.
Llegamos alcanzando con la relajación a nuestros ojos y oídos. Los visualizamos mentalmente y los envolvimos en luz devolviéndoles una normal y saludable visión así como una correcta y sana audición, recuperando también el equilibrio corporal. A continuación, seguimos con la parte posterior de la cabeza masajeando el cerebelo, el bulbo raquídeo, la médula espinal, activando las glándulas pituitaria y pineal.
Finalmente llegamos al cerebro, y tal como si lo tuviésemos delante
de nosotros y pudiésemos frotarlo, así sentimos que lo hacemos; como si lo acariciáramos con las manos. Sentimos cómo íbamos liberando nuestra mente de todo pensamiento negativo, de toda preocupación o idea obsesiva..... Y quedamos en paz... Perfectamente relajados y libres de toda tensión... Durando esta relajación, todo el tiempo que nosotros así lo deseábamos...
De allí en adelante ningún ruido interferiría nuestro trabajo, sino que por el contrario, todo ayudaría a relajarnos más y más.....
Sixto Paz Wells