En un segundo puede derrumbarse lo que se tardó años en construir...
suelen decir la gente cuando habla de amistad, de afectos,
de compañerismo. Y basta una debilidad, una equivocación del otro,
para que se borren de un plumazo tantas y tantas cosas
buenas compartidas, vividas, sufridas,gozadas.
Nuestra goma de borrar es más grande y poderosa que nuestra memoria.
¿Acaso sentirá un cuaderno de clase porque hizo mancha
de tinta en sus hojas?
El ser humano es vulnerable y débil, a veces hace, sin pensarlo,
un comentario tonto, a veces dice, en un momento de rabia,
de cansancio o enojo algo inadecuado.
Y esas palabras que el viento de la generosidad y de
la benevolencia debería llevarse sobre sus alas, como se
lleva las livianas hojas amarillas, son convertidas
en pesadas piedras, en cortantes cuchillos, en armas destructivas.
¿Por que? porqué es más fácil destruir que comprender.
Porque es más cómodo ser víctima que ser héroe.
porque es más tentador juzgar que defender.
Y hasta se siente una especie de alegría cuando puede
comprobarse que el "otro nos falló", como si hubiésemos
estado esperando que lo hiciera para decir
"yo sabía que tarde o temprano iba a suceder,
estaba seguro de que iba a hacerlo alguna vez".
En lugar de apenarnos por lo que perdemos, nos enorgullecemos
de haber previsto que " íbamos a perderlo".
Que pequeños ¡nos volvemos cuando actuamos así!
qué minúsculos e insignificantes nos volvemos
cuando cerramos con siete vueltas de llave nuestro
corazón y nuestro entendimiento y nos negamos a darle
otra oportunidad a quien nos causó esa pena, esa decepción!
¿Acaso nuestro cariño era tan poca cosa que podía eliminarse en un instante?
¿Acaso somos Dioses perfectos para exigir la perfección de los demás?
Nadie nos enseñó nunca que son los verdaderamente grandes y valiosos los que pueden cerrar los ojos, por una vez, para no ver la bruma, la penosa neblina de la ofensa, borrar el manchón de tinta, arrancar esa hoja solamente y salvar todo lo bello que hubo antes, los largos días de afecto, de las luchas hombro a hombro, de las confidencias y de las claras identificaciones en el otro.
No, en un segundo no se derrumba lo que se construyó durante años.
No se muere el afecto con la premura de una mariposa.
No se corta lo vivido como se corta el frágil tallo de una flor.
Si así fuese, ¿cuántas horas y días de nuestra vida pasada quedarían en blanco, como si nada de eso hubiese ocurrido en ello?
Amigo, amiga, quiero que sepas que voy a amarte aunque alguna vez me falles, aunque alguna vez encrespes el quejar de mi enojo.
Porque si llegué a quererte y si llegaste a quererme, tendrá que venirse abajo el mundo entero para que los hondos cimientos de nuestra amistad se hundan en él…
"Has lo mejor que puedas con lo que Dios te ha Dado"
DA