Y allí yace la voluntad que no muere. ¿Quién conoce los misterios de la voluntad con su vigor?
Porque Dios no es sino una gran voluntad que penetra todas las cosas por la naturaleza de su empeño.
El hombre no se entrega a los ángeles, ni a la muerte por entero, como no sea por la flaqueza de su débil voluntad.
Edgar Allan Poe, Ligeia