Este es uno de los pasajes más conmovedores de la vida de Jesús, porque nos muestra hasta que punto tomó nuestra naruraleza humana por amor a nosotros, para enseñarnos que el ser humano, no es ningún impedimento para alcanzar la perfección y entregarnos voluntaria y amorosamente a la voluntad del Padre, aún cuando ello signifique pena y sufrimiento.
Jesús lloró como lo hacemos cualquiera de nosotros cuando nos sentimos decepcionados e incomprendidos por quienes más amamos.
"Durante mucho tiempo y mediante una enseñanza directa, Jesús trató de convencer a sus apóstoles y a sus discípulos que su reino no era de este mundo, que era un asunto puramente espiritual, pero no había tenido éxito en este esfuerzo.
Ahora, lo que no había conseguido hacer mediante una enseñanza clara y personal, lo intentaría realizar con un gesto simbólico.
Por lo tanto, inmediatamente después del almuerzo, Jesús llamó a Pedro y Juan, y después de decirles que fueran a Betfagé, una aldea vecina un tanto retirada de la carretera principal y a corta distancia al noroeste de Betania, agregó:
«Id a Betfagé y cuando lleguéis al empalme de los caminos encontraréis el potro de un jumento allí atado, traédmelo1881"
" Jesús no decidió realizar esta entrada pública a Jerusalén como su último intento por conseguir el favor popular, ni tampoco en un intento final de obtener el poder.
Tampoco lo hizo para satisfacer los deseos humanos de sus discípulos y apóstoles.
Jesús no se hacía las ilusiones de soñador quimérico; él bien sabía cual sería la conclusión de su visita a Jerusalen1881"
Sabía muy bien cuan maleable e insegura es la masa humana, sabía que esos mismos hombres y mujeres que ese día lo aclamarían como su rey, dentro de muy poco esas mismas personas pedirían también a gritos su cruxificción, porque no habían entendido nada de lo mucho que El les había tratado de enseñar...
Habían escuchado sus sermones con sus oídos pero no lo habían comprendido, no lo habían integrado a sus vidas, que es más o menos lo mismo que ocurre hoy en día con los que osamos llamarnos cristianos, pero no somos capaces de vivir en nuestras vidas cotidianas las enseñanzas del Maestro.
Los hombres fijamos mucho la mirada en los sufrimientos físicos de la cruxificción, incluso se han hecho películas que casi son una oda al sufrimiento, sin embargo muy pocos piensan en los sufrimientos del alma de Jesús que acepto sufrirlos con amor para enseñarnos a nosotros, que no es malo el llorar y el tener pena, cuando en nuestras lágrimas no hay rebeldía a la voluntad divina.
La sensibilidad, el asumir nuestras situciones dolorosas no tiene nada de malo, debemos dejar fluir la pena y vivir el duelo cuando sea necesario, porque "la sensiblidad es un atributo valioso tanto en el hombre como en la mujer.
No hace falta ser duro para ser varonil, esta es una manera errónea de crear hombres valientes.
Los hombres verdaderamente grandes, no temen exteriorizar sus sentimientos.1575"
Jesús lloró al ver la inconsecuencia de sus discípulos ¿no lo hará también ahora? por algo nos dice: "debéis prestad oído a mis palabras, para no cometer nuevamente el error de escuchar mis enseñanzas con la mente, mientras vuestro corazón no comprende el significado.
|