Por medio de
la
Resurrección
De
acuerdo con 1 Pedro 1:3-4, el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo,
según Su
grande misericordia nos regeneró para una esperanza viva, mediante la
resurrección de Jesucristo de entre los muertos, para una herencia
incorruptible, incontaminada e inmarcesible, reservada en los cielos
para
nosotros. La manera de ver y entrar en el reino de Dios es nacer de
nuevo,
nacer del agua y del Espíritu (Jn 3:3,5).Por consiguiente, aquel que no
nació de
Dios, es decir, aquel que no tiene la vida divina no puede ver el reino
de Dios,
mucho menos entrar en él. Para poder ser regenerados, fue necesario
que el
Señor sufriera y muriera en nuestro lugar y finalmente, resucitara y
ascendiera
a los cielos (1 P 1:3). En Jerusalén, padeció en las manos de los
fariseos,
de los escribas y de los sacerdotes, fue examinado por ellos durante
cuatro
días. Como el Cordero de Dios perfecto y sin mancha, el Señor Jesús Se
entregó
como sacrificio en la cruz. Él no tenía ningún defecto, ninguna culpa,
pero aun
así fue crucificado por causa de nosotros. Después de Su muerte y
resurrección,
Se hizo el Espíritu vivificante, para que todo aquel que en Él cree
tenga la
vida eterna, sea regenerado y llegue a ser un hijo de Dios y miembro del
Cuerpo
de Cristo, que es la iglesia. Asimismo, conforme a lo que leímos en 1
Pedro
2:5, a partir del momento en que fuimos regenerados, nos convertimos en
piedras
que viven para la edificación de la iglesia. Por tanto, cada uno de
nosotros es
una piedra viva que debe ser edificada sobre el fundamento, que es
Cristo. El
Señor Jesús también es la piedra angular, escogida y preciosa (v. 6).
Por eso,
sólo las personas que recibieron la vida de Dios por medio de la
regeneración se
convierten en piedras vivas para ser edificadas sobre Él. Todos los
seres
humanos necesitan nacer de nuevo, pues la vida natural no vale nada; por
el
contrario, estorba el cumplimiento del propósito de Dios. Que seamos
siempre
agradecidos al Señor por habernos regenerado para una esperanza viva y,
de
manera práctica, demostremos esta gratitud entregándonos a la iglesia
por amor a
Su nombre. Así seremos materiales cada vez más útiles para la
edificación.
¡Aleluya! Gloria sea al Señor!!
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