Que hubo un viejo tarado
Que hacía magia de amores
Para estar enamorado
Y comentan los más viejos
Que armado de su acordeón,
Daba al joven consejos
De como usar el corazón
Y reíanse a placer
Viéndolo acaramelado
Con una preciosa mujer
Siempre del brazo a su lado
Y es que la sangre le hervía
Al pasar las jovencitas
A las que les insistía
haciéndoles mil citas
Hoy, pasados los años
yace tras la gruesa losa
Que miran propios y extraños
Y que preside una rosa
Sólo una chica enlutada
De figura esplendorosa
Llora a diario desolada
Cuando le cambia la rosa