Vuela alto......
Pongámosles alas a nuestra imaginación:
Seamos como el Cóndor de los Andes...
El secreto de su gran poder y fortaleza reside en el equilibrio...
en la actitud vigilante y en la extraordinaria capacidad
para adaptarse al cambio de los vientos.
Antes de iniciar su vuelo, el cóndor da un paso, luego otro y otro,
hasta que por último da un gran salto y despliega sus alas.
Inicia rítmicamente su vuelo,
en una serenidad contagiosa y vuela hacia las más altas cumbres manteniéndose siempre alerta.
Conoce el deleite del vuelo y sabe que para ascender
no tiene que mover sus alas en forma ansiosa ni desesperada,
porque infinidad de vuelos le han enseñado
que lo importante es esa serena y gozosa constancia.
Al cóndor no le importa si hay sol o lluvia,
si el cielo está azul o nublado.
Acepta lo que trae cada día... y
cuando los vientos son benignos
disfruta de una intimidad con el aire que
sólo conocen las aves de alto vuelo,
pero cuando el viento se hace intenso
y arremete fuertemente contra su cuerpo, no trata de ir en contra
sino que dirige sus alas hacia la dirección del viento mismo,
remontándose así hacia alturas increíbles.
Aprendamos del cóndor.
Aprendamos de su serenidad para el vuelo
y de su determinación para obtener lo que necesita.
A diferencia de las aves rapaces,
recordemos que nuestro sustento
puede ser obtenido en forma constructiva,
produciendo, sirviendo y compartiendo.
Recuerda que la luz resplandece más en las tinieblas
y la esperanza brilla mucho más en las dificultades...