"Si no habéis comido desde hace veinticuatro o cuarenta y ocho horas y os dan una fruta, apenas la habéis probado ya recibís energías y vuestra mente es más lúcida, vuestros sentimientos más cálidos. ¿De donde ha podido venir esta energía? Antes de que el alimento llegue al estómago para ser digerido, desde que entra en contacto con la boca, el sistema nervioso es ya alimentado. ¿Pero quienes entre los científicos se detienen a estudiar este aspecto sutil de la nutrición? Los físicos nos revelan que, de la fisión de un átomo, esta partícula infinitesimal de materia, pueden obtener suficiente energía para hacer funcionar potentes máquinas, y todo el mundo se maravilla. Pero que un fenómeno análogo pueda producirse con la nutrición, en la que cada día somos los actores y los beneficiarios, ¿a quién importa? A nadie interesa que una partícula de materia que recibimos baste con llenar todo nuestro ser con energías puras, y por otra parte, ni siquiera se cree en ello. Pero, decidme, ¿por qué motivos el ser humano, que ha sido creado a imagen de Dios, debería ser menos que los investigadores de física nuclear?"
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