Son palabras ya ajenas recogidas por otro aire, y en no sé qué otro ámbito, pero sobre este libro que ahora ojeo, tarde, y en la noche, es como si vivieran. Quizá vivan aún. ¿Cómo ahora será quien las vertía sobre papel que ya no reconozco?
Se acercan por los años aunque se fueran aviejando desde que gotearan de una pluma, y su brillo, apagado y lejano, sabe a hoja amarilla.
¿Quién eres? ¿Cómo fuiste? ¿Qué frío establecía la distancia entre palabra y corazón?
Y, sobre todo, me pregunto, qué tinta, qué papel nunca escrito, quemado por la espera, como toda esperanza, fue a parar al rincón de los desechos con aquella pureza, con tantos ideales.
Julia Uceda
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