Elvira de Alvear
Todas las cosas tuvo y lentamante Todas la abandonaron, La hemos visto Armada de belleza. La mañana Y el arduo mediodía le mostraron, Desde su cumbre, los hermosos reinos De la tierra. La tarde fue borrándolos. El favor de los astros (la infinita Y ubicua red de causas) le había dado La fortuna, que anula las distancias Como el tapiz del árabe, y confunde Deseo y posesión, y el don del verso, Que tranforma las penas verdaderas En una música, un rumor y un símbolo, Y el fervor, y en la sangre la batalla De Ituzaingó y el peso de laureles, Y el goce de perderse en el errante Río del tiempo (río y laberinto) Y en los lentos colores de las tardes. Todas las cosas la dejaron, menos Una. La generosa cortesía La acompañó hasta el fin de su jornada, Más allá del delirio y del eclipse, De un modo casi angélico. De Elvira Lo primero que vi, hace tantos años, Fue la sonrisa y es también lo último.
Jorge Luis Borges
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