"Desearíais que vuestras palabras pudieran penetrar en las almas humanas y arrastrarlas por la senda del bien… Entonces, sabed que deben estar impregnadas con la materia luminosa de vuestra aura. Mientras dejéis que haya sombras en vuestra aura, no seréis persuasivos. A menudo nos encontramos con personas que se sorprenden porque no logran convencer a los demás de la necesidad de ser buenos, generosos, honrados, justos, puros… Tienen argumentos, se expresan bien, ¿por qué no se les escucha? Porque no viven profundamente lo que cuentan, los demás sienten que estas palabras suenan vacías. Suenan vacías porque no están llenas de la materia sutil del aura, que es la quintaesencia de lo que el hombre prueba y experimenta en lo más profundo de sí mismo. Aquél que quiere ser convincente y persuasivo, debe armonizar su vida y sus palabras: la fuerza de lo que dice se volverá comunicativa.
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