Dios no me dotó de ella…
Pero puso dentro de mi pecho
un corazón sensible y soñador…
No detendrás tus pasos para verme
y como tantas veces indiferente a mi serás…
Y yo… me quedaré en este rincón
pensándote en silencio,
imaginando una canción al viento
capaz de llevarte al alma lo que siento…
¿Cómo se desprenden de mí los versos
despojándose de miedos para echarse a volar…?
En ellos vive la belleza del interior tan tibio que poseo
y que son el tesoro que no podrás tocar.
Inalcanzable para aquel que no pinta la noche…
que no recorre un arcoíris…
que no se sumerge en el mar para nadar los sueños…
que no se convierte en ave para surcar un cielo…
Inalcanzable para aquel que no se despierta
al canto del grillo en la ventana…
al gesto de una estrella que no alcanza…
al sabor dulce de una fruta fresca…
al aroma que el rocío levanta en las mañanas…
Tu corres… yo camino…
Tu miras… yo observo…
Tu gritas… yo hablo…
Y así en esa diferencia sigo sin entender al amor…
Buscando las razones por las cuales me enamoré de ti
sabiendo que no verías mis colores y mi luz…
Te prestaría dos segundos mis ojos
para que lograras apreciar las simplezas
con la emoción de un niño asombrado…
Te regalaría dos minutos de mi tiempo
para que valoraras la vida que a mí me han prestado…
Pondría sobre tus labios palabras tan hermosas como tiernas…
pero mi corazón no puede alcanzarte.
Entonces… te convierto en esa ilusión de cuento
donde arranco las sombras para llenarlas de ensueños,
donde la paleta de mi alma te pinta
un paisaje diferente y verdadero…