En la sangre de tu voz: el beso, que acaricia mi alma en las distancias,
y un Amor sin espacios y sin tiempos. Victorioso y Triunfante se levanta.
No es vano un mirar cuándo se ama, ni las heridas que su sed provoca,
pues la esperanza siempre sigue viva, en la ilusión de una boca en otra boca.
La sangre de tus manos son mi sangre, al dejarte su sudor de aguas y fuegos,
se apartaron tal vez, pero el recuerdo, hará brotar los rosales en desiertos.
Si tu tiempo y mi tiempo están distantes, por esta ausencia de vacío incierto,
feliz la hora de ausencias que en recuerdos, transformará la horfandad en pecho abierto.
La sangre de tu pluma es el consuelo, de este amor que jamás será un recuerdo.
Ensayo de un adiós de grises vuelos, que ha de ser luz de un ayer, en cielo nuevo.
Poemas Audroc
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