Después de analizar detalladamente todo lo escrito anteriormente para identificar plenamente al ser humano en el mundo espiritual en semejanza con Dios en su Santísima Trinidad, pasemos ahora a tratar de definir lo que encierra la trinidad del ser humano en su condición material en este mundo que le es particularmente familiar.
ESPIRITU:
Conocimiento tradicional.
Comunión tradicional.
Conciencia tradicional.
Conocimiento tradicional.
Es el que normalmente sustituye en el espíritu humano, a la intuición de Dios, ya que normalmente creemos decididamente en lo que conocemos o en lo que vemos, y desconfiamos de lo que no vemos, y esto se ve reflejado en que, a pesar de creer en Dios, la verdad es que no le creemos como tal vez quisiéramos hacerlo.
Comunión tradicional.
Esta comunión, es la relación que guardamos y tenemos con nuestros semejantes, esta relación se da en la identidad que todos buscamos de acuerdo a nuestra condición humana tradicional, en la que nos disponemos a actuar de acuerdo a nuestros objetivos personales y materiales en la familia, en la escuela, en el trabajo, en la sociedad, en la religión, y en todos los círculos en los que tradicionalmente nos movemos y desenvolvemos.
Conciencia tradicional.
Es el conocimiento que adquirimos a través del diario vivir personal, y al poco o mucho estudio en todas las ramas de la ciencia educativa, incluyendo lo religioso, y que al aplicarlo en forma tradicional, hace que sintamos que ése es el objetivo primordial en nosotros, creyendo que todo lo anterior nos proporciona el conocimiento suficiente para conocer del bien que deberíamos hacer, y del mal que deberíamos evitar.
ALMA.
La mente tradicional.
La voluntad tradicional.
El libre albedrío tradicional.
La mente tradicional.
Es la puerta que da entrada al conocimiento tradicional para recibir y hacer suyos todos los conocimientos en este mundo a los que el hombre tiene acceso para transformar su vida o su medio.
La voluntad tradicional.
Es la particularidad del hombre para imponer su condición tradicional que le hace creer que el conocimiento alcanzado le da la autoridad para hacer y deshacer a su antojo según lo marca su libre albedrío, pero la realidad es que al imponer su voluntad, se va alejando paulatinamente de lo espiritual positivo, pues normalmente se deja guiar y convencer por sus pensamientos de humana sabiduría, afianzados por sus necesidades, emociones y sentimientos, tanto en lo positivo como en lo negativo.
El libre albedrío tradicional.
Esta es tal vez la particularidad más importante en el hombre y a la que deberíamos darle la real importancia que tiene en nuestras vidas, ya que el libre albedrío tradicional es el que le ha dado el primer lugar a nuestra voluntad en su condición material para hacer o no hacer cualquier cosa, por lo que sin duda, también a través de él, podremos unir nuestra voluntad a la Voluntad de Dios para querer recibir lo que El quiere darnos para disfrutar nuestra vida material dirigida en el orden y para el propósito de Dios en nosotros.