que aun tengo las alas llenitas de caricias…
No me ganes esta lágrima que esquiva las heridas
tratando de hacer luz, donde dejó cenizas…
No busques el espejo del alma que me entibia
que allí llevo su nombre como estrella encendida.
Si pones tu mirada, ahogarás mis versos
y no podré decir… lo que llevo en el pecho…
No me ganes la risa, tristeza de mi vida,
que es el sello más bello que me dejó mi madre
prendida de una estela que contagia alegría…
No me ganes la tinta que brota en cada esquina…
Déjame decidir que huella es la más tibia.
Aleja los recuerdos que enturbian los cristales
con que veo el pasado robándome ilusiones
dejando sobre mí… oscuros medallones…
Es esta soledad, tu cómplice bendita,
¡ay tristecita mía… devoras energías!
Y quedo en el vacío temblando como un ave
que ya no tiene nido, ni aquel bello paisaje…