25 de Mayo de 1810 (Fragmentos) Amaneció turbio el día, destemplado y ceniciento, nublado, ventoso, frío, ventoso día de invierno. Y amanecieron las almas borrascosas como el tiempo. Volaban las bajas nubes, tocando los bajos techos, mientras el viento jugaba al arco con los sombreros. Y caía una garúa que calaba hasta los huesos. De arriba abajo medíanse, con altivez y recelo, militares y paisanos, adolescentes y viejos, humildes y poderosos y hasta mulatos y negros, buscando los dos colores en solapas y sombreros.
De pronto, una batahola fue del uno al otro extremo de la plaza y enseguida sobrevino un gran silencio.
A la media hora estalló un júbilo inmenso; y aunque el sol ya se ponía debió alumbrar un momento.
autor desconocido
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