Calla el grito penoso e insurgente Al fin el hombre olvida la distancia En silencio regresa hacia la fuente para beber de la fe en que sustancia su gran alma de Fénix malherida con su áspero rostro y sin prestancia.
Quizá dentro del sueño y conmovida ella extiende el valor sin lontananza quitando del pecho y en mitad partida la sangrante punta de la mísera lanza.
En el lapso en que todo ha perecido sienten ellos un mañana con augurio. Porque saben que no hay nada mas espurio que dejar en los escombros el olvido.
Y marchan procurando los motivos que causaron sus males y sus manchas Con las alas de unos pájaros heridos y las manos dispuestas en revanchas.
¡Sabe Dios!, si tal vez han merecido tanto odio de la tierra y sus falacias ¡Pero no será un pueblo derrotado ni vencido aun poniendo a sus pies diez mil desgracias!
¡Porque el hombre es amor, también castigo! Sabedor de sus trampas y sus redes No habrá en el universo ni un testigo viendo morir su corazón entre paredes.
Walter Faila
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