Hazme llegar tus cenizas
esas que queman tus sueños,
las que guardas tapadas con un velo
roto por los tiempos.
Guardaré en un cofre de azucenas,
las brisas de tus lagunas,
siendo celosamente
guardadas por mi espada.
Nadie sabrá de ellas,
hasta que llegue el día
que tu siembra de dios,
tenga que dar testimonio.
Dejame ser guardiana,
cuidadora de la reliquia
que por siglos y siglos,
daré pleitesía.
Rosario de Cuenca Esteban