EN AGONIA
Tenía muy pocas fuerzas. Yacía exangüe, ya casi sin tañidos.Comenzó a suspirar quedo, sin nerviosismo,con la naturalidad del temido,implacable e inevitable destino.
La postrera noche que estaría en la gélida penumbra de su cuarto. Estaba en soledad. Quedaban ya no horas ni minutos... segundos, sólo segundos.Uno, dos, tres últimos latidos.
Frío intenso y quietud sepulcral irreversible. El crudelísimo final de una gozosa existencia. Nada que hacer. En sus ojos, una luminosidad que le indicaba el terrible paso al más allá
A.D
SALUDOS DE TU AMIGA
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