La bruja Cizaña
Tiene la bruja Cizaña
la cara color ceniza,
un collar con una araña
y nariz de longaniza.
Anda entre truenos y rayos
con su cuervo Tenebroso,
que grazna soltando gallos
y hace un ruido horroroso.
Esta bruja tiene guasa:
le encanta sembrar discordia;
así que por donde pasa,
chincha, molesta e incordia.
La bruja sombría y gris,
que tiene un plan terrorífico,
aterriza en un país
la mar de amable y pacífico.
Con arte y con mucha maña,
la hechicera maldiciente
consigue meter cizaña
y enemistar a la gente.
El país es variopinto,
mas convence a todo el mundo
de que es cualquier ser distinto
un peligro tremebundo.
Pronto hay riñas y disputas.
Se pelean todo el rato.
Muchos acaban turutas.
Lo pasa mal hasta el gato.
Hartos de tanta pelea
-llevan así mes y medio-
los niños, en asamblea,
dan por fin con un remedio.
Invitan a la hechicera
a asistir a un gran convite
-la fiesta de primavera-
con pasteles y confite.
Trae de Marruecos Shena
dulce de almendras muy rico.
También té con hierbabuena:
¡veintidós litros y pico!
Elsa llegó de Ecuador
y le ha hecho su abuelita,
un exquisito alfajor
que sabe a gloria bendita.
Y para dar alegría,
Alexandreina y su hermano
aportan de Rumanía
huevos pintados a mano.
Maruxa, Ibai, Jordi, Aurora...,
con tamboril y guitarras,
se pasan más de una hora
cantando como cigarras.
Se oye un ruido algo extraño.
Cizaña se pone seria.
Es el tantán que hace un año
fabricó Adama en Nigeria.
Y de pronto, de una esquina,
sale un dragón bailarín.
Lo mandó desde la China
el tío de Chiaolín.
El cuervo al verlo se asusta
y Cizaña huye espantada.
Es que el dragón no le gusta,
pero que nada de nada.
Los niños, con esta treta,
consiguen que la hechicera
haga rauda la maleta
y emigre a la otra ladera.
Sin esta bruja mordaz,
y con gente diferente,
ahora el país está en paz
y vive tan ricamente.
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