Como cruel estocada
Viene y queda el tiempo en nuestras vísceras
Agotando los días
Nublando las horas bajo una opaca estrella
¿Adónde volver los ojos en ese instante?
Tal vez los de Dios contemplen otros martirios
Donde nuestro propio silencio
Oculta heridas que se abren en la cansada carne
Infinito sendero por donde la vida nos lleva
A este amargo cáliz
Que bebemos hasta la última gota.
Manuel Antonio Muñoz
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