"Es perfectamente legítimo que tengáis deseos y que hagáis proyectos. Pero antes de poner todo en marcha para realizarlos, estudiad detenidamente la naturaleza de estos deseos y de estos proyectos, porque si sólo son una expresión de vuestro egoísmo, si no vibran en armonía con el orden establecido por Dios en toda la creación, se opondrán a las leyes divinas, y por tanto entrarán en conflicto con determinadas entidades, con todo un orden vibratorio, y no lograréis el éxito. O bien, si lo lográis, todavía será peor, porque bajo tales condiciones es mejor no tener éxito. El fracaso evita a los egoístas y a los temerarios toda clase de decepciones y accidentes: quizás se sienten desgraciados por haber conseguido su objetivo, pero ¡por lo menos están a salvo! Siempre es preferible que fracasen en sus malos designios, porque de lo contrario, las consecuencias kármicas son insospechadas. Planeáis despojar a alguien, vengaros de él, pero fracasáis y abandonáis… El Cielo os condenará por vuestros proyectos criminales, pero menos severamente que si hubierais tenido éxito."
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