El esfuerzo de cada instante, en tu trabajo, es como el golpe del hacha sobre el tronco de un árbol enorme. El primer golpe no causa al árbol el más leve temblor, ni el segundo hachazo, ni el tercero. Cada golpe, en sí mismo es insignificante, en apariencia. Sin embargo, como efecto de tus continuos golpes, el árbol por fin caerá. Así, tu constancia en el esfuerzo de hoy y mañana, te producirá los logros que buscas. La persistencia y la constancia son condiciones para la victoria final.