Amor,
mientras te esperaba
iban cayendo
junto a las hojas del calendario
los pétalos de mi fe
y de tu imagen
guardada hasta entonces
en mi sudario.
Las nubes se sucedían entre tanto
que de tanta espera,
tan largas tardes,
se acabaron desdibujando.
Llegaron las golondrinas
y partieron...
Arribaron las cig체eñas
y retornaron...
Mis ojos,
de mirar a lontananza
de arrugas y de preguntas
se cercenaron.
Y despuntaba el sol,
estallaba el ocaso.
La luna crecía y menguaba
bajo el manto de un cielo raso.
Y yo, en la cumbre del desespero,
me fui ahogando.
Mientras mi alma
en su cripta de amor
se fue desencantando.
El verano
bronceó mi soledad,
el otoño amarilleó las ilusiones
el invierno,
con sus dientes de afilada nieve
la emoción fue desgarrando.
Ajada y maltrecha,
la esperanza dimitió;
tomó su frágil equipaje
y cabizbaja se marchó
misereres salmodiando...
en una mano el adiós,
en la otra el olvido suplicando.
Ya nunca regresó.
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