Desde jaleas hasta licores nos da éste fruto. (Foto: Glow Images)

Desde jaleas hasta licores nos da éste fruto. (Foto: Glow Images)

Las naranjas deben ser parte de la alimentación de todos los días. Este fruto cítrico contiene más de 60 flavonoides que proveen tanto de protección anti inflamatoria como antioxidante. Estos flavonoides trabajan sinérgicamente junto a la vitamina C siendo la naranja una gran fuente de éste nutriente. La vitamina C es un poderoso antioxidante proveyendo de protección contra los daños oxidativos de los radicales libres y refuerza el sistema inmune, ideal para combatir los resfríos. Una fruta pequeña provee más del requerimiento diario de esta vitamina. Aporta,  además, vitaminas del complejo B como B1, B3 y ácido fólico así como también vitamina A y betacarotenos (antioxidantes). Proveen minerales como calcio y potasio y son ricas en fibras, encontrándose este sobretodo en la parte blanca entre la pulpa y la cáscara. Y por si esto fuera poco son bajas en calorías lo que las convierte en una excelente colación para aquellos que deben cuidar su peso.

 

La historia

 

Las naranjas tienen origen en Asia, más precisamente en la región que se extiende desde el sur de China a Indonesia y la India. Se las puede dividir en dos grandes grupos: las dulces y las amargas. Las primeras son las que se emplean para comer como fruta o jugos, mientras que las últimas son las empleadas para la elaboración de dulces y conservas cuya su piel es muy preciada para saborizar licores como el Grand Marnier y Cointreau. Si bien en la actualidad las naranjas se encuentran durante todo el año, su temporada es el invierno, período en el cual presenta el mejor sabor y mayor contenido de nutrientes y el precio disminuye.

 

Cómo elegirlas y comerlas

 

Al momento de elegirlas hay ciertos indicadores que nos dicen que son las mejores.  Las naranjas deben ser de piel pareja, firmes al tacto y pesadas en relación a su tamaño. Éstas tendrán más jugo que las más livianas. En general, las de tamaño pequeño son más jugosas que las grandes. Al momento de elegirlas hay que evitar aquellas que presentan sectores más blandos o con marcas de hongos. Una vez las eliges, se pueden almacenar tanto a temperatura ambiente como en la nevera, dependiendo de la preferencia del consumidor; lo ideal es que estén sueltas más que en bolsas de plástico ya que el exceso de humedad favorece el desarrollo de moho. Asimismo, éstas se conservan en perfectas condiciones alrededor de dos semanas.

En general, se las consume de dos maneras: frescas, cortadas en gajos o en rodajas o en jugo. Si se consume en forma de jugo, lo ideal es exprimirlo en el momento, ya que si se deja en contacto con el aire puede perder parte de la vitamina C. Asimismo, evitar exprimir la cáscara sino el zumo adquiere un sabor amargo. A su vez, esta fruta es ampliamente utilizada en la gastronomía como parte de platos salados, dulces, en ensaladas, tortas y galletas, además de ser ingrediente base de mermeladas y jaleas.