Siempre que algo nos sale mal, pues no nos queda de otra que sentarnos a ver en dónde estuvieron las fallas, en dónde estuvieron las cosas acertadas, y comenzar de nuevo.
De nada vale lamentarse ni quejarse. Revisamos lo sucedido, tomamos las acciones correctivas y preventivas, y a comenzar de nuevo.
Y es que el único obstáculo que podemos conseguir, que no podremos atravesar, es aquél puesto por nosotros mismos.
Entonces, nos acordamos de aquel adagio de “querer es poder”, y del otro de “no te preocupes, ocúpate”.
Pon las manos en la masa y muévete entonces… No hay excusa válida…
Recordemos a Federico de Prusia: “El hombre que pone el corazón en lo que hace, encuentra soluciones donde normalmente los perezosos e indolentes se dan por vencidos”.