Patrona de los ciclistas,
vive en un monte escarpado
la Virgen de la Cuevita
a las almas esperando.
De los grandes deportistas
que a la Virgen visitaron,
dejaron aquí sus firmas
Induráin y Delgado.
Según subes el camino
que te conduce a su casa,
comprendes que el sacrificio
es de la vida la salsa.
La Virgen vive contenta
por los hombres esforzados
que la cuidan en su cueva
y Ella cuida su trabajo.
José García Velázquez
Artenara, 4 de septiembre de 2009