Desde los tiempos remotos,
se alternan amor y guerra:
las pasiones de los hombres
que viven en esta tierra;
hasta en las islas hermosas,
que siempre fueron felices,
fueron sucediendo historias
de amores y cicatrices.
Entre los guanches, aquellos
que hacían las veces de rey,
con su natural justicia,
se les llamaba mencey:
señores de un pueblo libre
entre valles y montañas,
repelieron invasiones
que llegaban desde España.
Pero como el enemigo
era más fuerte y tan grande,
la defensa de las islas
la pagaron con su sangre.
Aún hoy perviven sus nombres
que recuerdan las leyendas,
y en estos versos se cantan
sus famosas epopeyas.
José García Velázquez
Segovia 3 de diciembre de 2008