PODEROSO NO...
Cegada de noches sin luz, herida de propia estima herida, renazco de mis cenizas enrabiadas, cuando del centro oscuro y húmedo de mi ser, profusamente, crece sin pausa y con premura de libertad un no inmenso definitivo preñado de dolor un no suma de pequeños y grandes noes callados. Acallados desde adentro dichos con la boca chica, que no es lo mismo pero es igual, por ignorancia mía, torpe pero desarraigada de mí misma, por protegerme de tus anchas razones anchas como avenidas no inmunes aún así a los atascos ni a los asaltos a tus semejantes. Y cuando me atrevo a encontrar el momento preciso y libre de vomitarte mi no tan temido, tan torneado en noches insomnes y días sin soles en plena primavera, mi no sin forma final... ...hasta ahora, que me levanto por sobre todas mis cobardías, ahora que me atrevo y proclamo ese no del alma agotada, me detengo atónita. Atónita. El asombro de que mi tan laborioso no, tan evitado, ejerce de llave a tu sí, a una humedad de dolor apretado, desconocida en años de no sernos verazmente. Inundada de falta de confianza abro mi cabeza a ti, llanto y perdón mediante, aún sintiendo mi corazón acorazado. Y digo sí: condicional, precavida como necesito, atentísima ahora a mis conmociones, a las tuyas y las comunes –la resbaladiza zona común– con impecabilidad un tanto implacable ... y enciendo otra vela en el fondo de la vida, cien velas, por si el amor renace. Así sea...
V. Zirtae
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