Cuando el todo se pierde
y sólo la nada regresa
para las preguntas no claras
sólo el tiempo tiene respuestas…
Cuando el silencio alcanza
nuestro yo más interno,
es como si una telaraña
asfixiara todos los sueños…
Es como si una brisa fría, no grata,
apagara por desgracia nuestro candelero;
y se siente en el alma
un dolor tan intenso
como si por dentro nos devorara
un batallón de insectos…
Y comienza la comezón de los miedos…
y en el furor del desenfreno
solemos destapar el frasco-ingenuos-
de las pesadillas que más tememos…
Entonces el sol escapa de nuestra mirada
y el cielo nos parece más pequeño…
Alguno puede pensar que de él está cerca,
pero en verdad está más lejos…
Y no es lluvia lo que cae sino nuestras lágrimas,
que derramadas sin remedio,
van arrastrando la propia sustancia
de la que nos componemos...
Y sólo vemos la mano aciaga
cuando viene a por nuestro empeño…
borrando memorias, abriendo llagas
y amplificando aún más el sórdido silencio…
Elizabeth Urribarrí
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