El Lobo y La Perdiz
Una perdiz en celo reclamada vino a ser en la red aprisionada. Al cazador la mísera decía: - Si me das libertad en este día, te he de proporcionar un gran consuelo. Por este campo extenderé mi vuelo, juntaré a mis amigas en bandada, que guiaré a tus redes engañada, y tendrás, sin costarte dos ochavos, doce perdices como doce pavos. -¡Engañar y vender a tus amigas! ¿Y así crees que me obligas? - respondió el cazador -. ¡Pues no, señora; Muere, y paga la pena de traidora!
La perdiz fue bien muerta, no es dudable. La traición, aun soñada, es detestable
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