Un Cementerio Que Mira al Mar
Decid, oh muertos, ¿quién os puso un día Así acostados junto al mar sonoro? ¿Comprendía quien fuera que los muertos Se hastían ya del canto de las aves Y nos han puesto muy cerca de las olas Porque sintáis del mar azul, el ronco Bramido que apavora?
Os estáis junto al mar que no se calla Muy quietecitos, con el muerto oído Oyendo cómo crece la marea, y aquel Mar que se mueve a nuestro lado, es la Promesa no cumplida, de una Resurrección.
El viento, en primavera, suavemente, Desde la barca que allá lejos pasa, Os trae risas de mujeres ... Tibio Un beso viene con la risa, filtra La piedra fría, y se acurruca, sabio, En vuestra boca y os consuela un poco. Pero en noches tremendas, cuando aúlla El viento sobre el mar y allá a lo lejos Los hombres vivos que navegan tiemblan Sobre los cascos débiles, y el cielo Se vuelca sobre el mar en aluviones, Vosotros, los eternos contenidos, No podéis más, y con esfuerzo enorme Levantáis las cabezas de la tierra.
Y en un lenguaje que ninguno entiende Gritáis: Venid, olas del mar, rodando, Venid de golpe y envolvednos como Nos envolvieron, de pasión movidos, Brazos amantes. Estrujadnos, olas, Movednos de este lecho donde estamos Horizontales, viendo cómo pasan los Mundos por el cielo, noche a noche. Entrad por nuestros ojos consumidos, Buscad la lengua, la que habló, y movedla, ¡Echadnos fuera del sepulcro a golpes!
Y acaso el mar escuche, innumerable, Vuestro llamado, monte por la playa, ¡Y os cubra al fin terriblemente hinchado!
Entonces, como obreros que comprenden, Se detendrán las olas y leyendo Las lápidas inscriptas, poco a poco Las moverán a suaves golpes, hasta Que las desplacen, lentas, y os liberten. ¡Oh, qué hondo grito el que daréis, qué Enorme grito de muerto, cuando el mar nos Coja Entre sus brazos, y os arroje al seno Del grande abismo que se mueve siempre!
Brazos cansados de guardar la misma Horizontal postura; tibias largas, Calaveras sonrientes: elegantes Fémures corvos, confundidos todos, Danzarán bajo el rayo de la luna La milagrosa danza de las aguas. Y algunas desprendidas cabelleras. Rubias acaso, como el sol que baje Curioso a veros, islas delicadas Formarán sobre el mar y acaso atraigan A los pequeños pájaros viajeros.
Alfonsina Storni
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