“La conciencia es la advertencia de Dios
en el ser humano”.
IMAGINANDO A UN DIOS PADRE
Si me imaginaria a un Dios Padre, me imaginaría a un
padre bueno, a un padre que ame a todos sus hijos.
Un padre que no tiene elegidos, ni escogidos, ni hijos
favoritos, peor hijos unigénitos. Tampoco un hijo
a quién odia y a otro hijo que ama. Si un hijo le
hace sufrir al otro simplemente lo apartaría.
No le daría permiso para que atormente a sus otros
hijos en la Tierra.
Me imaginaría a un Dios padre que no quiere que
sus hijos sufran, que detestaría que los niños lloren
porque no tienen que comer, que no pusiera
condiciones y pruebas para llegar a verlo,
que no me pidiera que me este arrodillando o lo este
alabando para tener contacto con el, que tan solo me
dijera que me ama y me enseñaría a ser feliz y hacer
feliz al resto.
Me imaginaría a un Dios Padre que fuera como un niño,
tan inocente y alegre, que no supiera la marcada
diferencia entre el bien y el mal.
Que no tuviera intermediarios , que si cometiera un
error, el mismo me lo dijera y si me arrepintiese,
el mismo sea el que me perdone. Que no necesitase
sacrificar a un hijo suyo tan solo para que el resto crea
en él, peormente que con este sacrificio,
El perdone los errores de los demás.
No concibo un Dios padre que le guste los sacrificios
de sangre. Tan solo concibo un Dios Padre que cuida
de su creación, que no permite tanta maldad,
tan solo da la libertad de actuar.
Tan solo me imagino a un Padre que no tiene divisiones,
que no tiene categorías para los seres humanos,
no tiene pueblos elegidos, ni iglesias,
ni tantas divisiones en su nombre.
Tan solo un Dios padre, tal como un buen padre humano,
que juegue conmigo, que me enseñe, que llore conmigo
y que no sea un padre tan lejano que esta en los
supuestos cielos al cual no lo puedo ver y se
me vuelve inalcanzable.
Si concibiera un Dios Padre, tan solo concibiera
un Padre que sea lo que yo sea, me diga “Te amo”.
“Francisco Guayasamin”