Un avaro que también era de ánimo apocado encontró un león de oro, y púsose a decir:
-¿Qué hacer en este trance? El espanto paraliza mi razón; el ansia de riqueza por un lado y el miedo por otro me desgarran. Qué azar o qué dios ha hecho un león de oro? Lo que me sucede llena mi alma de turbación; quiero el oro, y temo la obra hecha con oro; el deseo me empuja a cogerlo, y mi natural a dejarlo. ¡Oh fortuna que ofrece y que no permite tomar! ¡Oh tesoro que no da placer! ¡Oh favor de un dios que es un suplicio! ¿Qué haré para que venga a mis manos? Volveré con mis esclavos para coger el león con esta tropa de amigos, mientras yo miro desde lejos.
No es correcto acaparar riquezas para no usarlas nosotros ni dejarlas usar a los demás. Aprovechémoslas para ponerlas al servicio de todos, incluídos nosotros mismos.