"Aunque el Señor en persona se dirigiera a los humanos, como sin duda sus palabras no corresponderían con sus opiniones y sus deseos, ¿cuántos aceptarían escucharle? La mayoría de ellos le responderían: "No, no, Señor, Tu te equivocas, soy yo quien tiene la razón, escúchame", el Señor debería escuchar pacientemente sus explicaciones, sus justificaciones, sus reivindicaciones. Por otra parte, la mayor parte de las oraciones de los humanos ¿son algo más que esto? Dios está ahí para anotar sus opiniones y sus deseos, y si Él tiene algo que responder, es sólo: "Si, hijo mío, tienes razón y te daré inmediatamente todo lo que me pides." En realidad Dios sonríe, espera que estos niños caprichosos y exigentes comprendan que sólo deben pedirle una sola cosa: conocer su voluntad con el fin de establecer su Reino sobre la tierra."