La Segunda Vida
La segunda vida es una oportunidad que ofrece Internet para que muchas personas puedan evadirse de su realidad cotidiana inventándose una existencia paralela en la que el feo es guapo, millonario el pobre, valiente el cobarde, desenvuelto el tímido, sabio el ignorante, sano el enfermo, triunfador el fracasado, y joven el anciano, o sea, la utopía perfecta, el mejor de los mundos. Lástima que Fausto no hubiera conocido Internet en su época; se habría ahorrado muchos quebraderos de cabeza.
Bromas aparte, esta oportunidad que se ofrece al usuario mediante una segunda vida virtual, no es tan inocente como a primera vista parece, puede fascinar por lo que promete y ser sumamente divertida en un principio, abrir nuevos horizontes..., ¿y luego qué?, ¿guardar el traje de superman en el armario y a la vida cotidiana, exponiéndose al enorme contraste que eso conlleva?
Hace muchos años leí que en el futuro —y como hito lejanísimo se hablaba del nuevo siglo que se iniciaría a partir del 2000 con su cortejo de 2150, 2300, y etc.— la gente viviría paradisíacamente sin apenas trabajar, que todos nos entregaríamos al dolce far niente de una vida regalada y ociosa cuya mayor ocupación consistiría en divertirse con los más variados entretenimientos, algo así como la isla de los niños malos de Pinocho, pero sin castigos, por supuesto, sólo dicha y bienestar asegurados a perpetuidad, coherentemente las guerras no existirían y habríamos vuelto, volveríamos, a la Nueva Arcadia. Yo creo que los ideólogos de la propuesta ya vivían en la segunda vida, al menos en sus mentes, porque soñar no cuesta nada, pero es aquello que se dice: lo que una persona imagina, otra puede hacerlo realidad, y esa existencia ficticia que se nos ofrece como un caramelo a través de la computadora u ordenador, ya está aquí; podremos ser quienes nunca fuimos a través de la red, desdoblamiento esquizofrénico en un mundo que a cada día que transcurre es menos cuerdo.
Sé perfectamente que muchos aducirán que se trata de un inocente juego; juego sí, pero inocente no. La mujer poco atractiva que se convierta en Miss Universo “jugando”, cuando abandone la ficción y vuelva a su realidad cotidiana en la cual nadie la mira ni por despiste, el apocado que alcanza el poder y a la mañana siguiente regresa a la oficina en donde se le burlan los compañeros y le explota su jefe, el anciano decrépito que retorna a la juventud por unas horas y luego despierta a una amarga realidad, todas estas personas, ¿van a ser realmente felices en semejantes inmersiones? Al principio puede que sí, no lo niego, mas a la larga no.
Todos sabemos muy bien que el ordenador crea adicción y que no es recomendable atarse a él porque peligra el sistema nervioso e, incluso ahora, puede alterarse la visión de la realidad, entonces, ¿qué sucederá si nos encadenamos al nuevo jueguecito?, al principio nada, sólo risas, pero luego...
Supongo que cuando el hombre prehistórico alzaba la vista y veía volar a las aves en lo más alto del cielo, las envidiaba secretamente y más de uno se diría que si tuviese alas sería plenamente feliz; hoy volamos y no por ello nos sentimos realizados al haber conseguido un sueño imposible que trajo de cabeza a Leonardo y causó la muerte de Ícaro.
Cuando se inventaron los globos aerostáticos, allá por el siglo XVIII, los intelectuales de la época vieron en eso un símbolo de progreso que unieron a la diversión de flotar por el espacio, pero hubo un abate que se asustó ya que le dio en pensar, hombre precavido él, que si ese invento gracioso no podría utilizarse en el futuro para atacar desde el aire a las ciudades. Y se agrega que dijo: el buen Dios lo impedirá.
Cualquier invento tiene su lado bueno y su lado malo, el lado bueno siempre es provechoso para la humanidad y el lado malo es el uso o manipulación que de él pueda hacerse.
La segunda vida semeja pertenecer al Mundo Feliz de Huxley, y ya sabemos cómo acabó ese Mundo Feliz.
Y ahora, para más inri, en esa inocua segunda vida, el dinero interviene en compras y ventas que ya no son meramente virtuales, o sea, que el paraíso ha dejado de serlo.
Desde siempre la humanidad ha intentado escapar a las desagradables urgencias de lo cotidiano evadiéndose de mil maneras diferentes, a través de la literatura es una de ellas; cuando no existían los libros, primero tablas de arcilla y después pergaminos, la gente se contaba historias y los narradores eran apreciados, y considerados personajes importantes a quienes se escuchaba con deleite, y todos soñaban a ser el personaje de la historia, pero ese experimento únicamente transtornó a don Quijote, que al final recobró la cordura, no lo olvidemos.
Luego vinieron los escritores, los poetas, inventores siempre y el público siguió soñando a través de ellos, mientras que quienes escribían entraban y salían de sus historias cada vez que empezaban una y concluían otra, pero, salvo contados casos, tampoco extraviaron el juicio, la vida de entonces era demasiado supersticiosa para perderlo del todo si se empezaban a afirmar cosas raras.
En aquellas épocas, desde el rey hasta el villano disfrutaban con la fantasía ajena, pero sabían dónde estaban, hoy en cambio los márgenes entre fantasía y realidad son cada vez más estrechos y esto empieza a ser preocupante y a la larga puede constituir un grave problema al convertir nuestro entorno en un mundo de ciencia ficción.
Vivir otras vidas como el durmiente sueña otros mundos y despertar después, ¿hasta qué punto podremos ser reales entonces si es que no lo estamos dejando de ser ya?...
Estrella Cardona Gamio
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