¡Y el cielo está tan lejano!
Un presagio de muerte me invade, arrastro un cuerpo frágil, insomne, presa en un lecho desordenado, donde un quejido es amamantado.
¡Y el cielo está tan lejano!
El sueño de la muerte me abraza, ave de muerte que me acoraza, levanto el vuelo tras de tu sombra, que con tenaz devoción, mi alma nombra
¡Y el cielo está tan lejano!
Es una noche de fantasmas, entran despacio, invaden con sus castañeos mi espacio, mil quejidos, delatan su presencia lastimera, invaden sus rictus de tormento en la acera.
¡Y el cielo está tan lejano!
El miedo anda con sus latidos de sangre, en este temblor de sueños inconclusos, mis piernas en limites, pies exhaustos, penitencia inútil, ahogo un grito de vinagre.
¡Y el cielo está tan lejano!
Me encuentro de pronto, en un útero seco, la puerta sin llave y sin carcelero, debo abrir la mandíbula de la muerte, y abortar esta tristeza que me envuelve.
¡Y el cielo está tan lejano!
Infinita tristeza asoma desde la raíz al tallo, es la copa de la verdad confrontada, invita a desandar la historia escrita, romper cerrojos… reir hasta que cante el gallo
ALEXYA SAN ROMAN Derechos Reservados de Autor
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