"El origen de todos los desequilibrios se halla en el desequilibrio entre el espíritu y la materia; es él quien arrastra tras sí todas las demás formas de anomalías que se pueden apreciar en la existencia. El espíritu y la materia son dos polos, dos principios con los que el ser humano debe saber obrar con inteligencia, juicio y prudencia. Si no es recomendable imitar a Occidente, que ha dado gran importancia a las adquisiciones materiales en detrimento del alma y del espíritu, el ejemplo de la India y de otros países que, durante siglos, aceptaron vivir en la miseria, el hambre y la enfermedad, tampoco debe ser seguido. Debemos poner al espíritu y a la materia en el lugar que les corresponde: no rechazar a la materia, sino hacerla sumisa y obediente al espíritu. En este equilibrio entre el espíritu y la materia es donde los individuos y las sociedades encontrarán su desarrollo."
Debemos poner al espíritu y a la materia en el lugar que les corresponde: no rechazar a la materia, sino hacerla sumisa y obediente al espíritu. En este equilibrio entre el espíritu y la materia es donde los individuos y las sociedades encontrarán su desarrollo."