UN VALENTÓN
Un valentón de espátula y gregüesco, que a la muerte mil vidas sacrifica, cansado del oficio de la pica, mas no del ejercicio picaresco,
retorciendo el mostacho soldadesco, por ver que ya su bolsa le repica, a un corrillo llegó de gente rica, y en el nombre de Dios pidió refresco.
"Den voacedes, por Dios, a mi pobreza -les dice-; donde no; por ocho santos que haré lo que hacer suelo sin tardanza!"
Mas uno, que a sacar la espada empieza, "¿Con quién habla? -le dice al tiracantos-, ¡cuerpo de Dios con él y su crianza!
Si limosna no alcanza, ¿qué es lo que suele hacer en tal querella?" Respondió el bravonel: "¡Irme sin ella! "
FRANCISCO DE QUEVEDO
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