ROCÍO
Del latín ros - roris (rocío) y su verbo rorare (rociar), se forma en latín vulgar "rosciar", que con la pérdida de la s queda "rociar", a partir del cual se obtiene el sustantivo "rocío". En español es un nombre propio de gran resonancia, al estar asociado a la romería por excelencia, la del Rocío.
Nuestra Señora del Rocío es la imagen que se venera en el santuario dedicado a la Virgen María bajo esta advocación en Almonte, provincia de Huelva, partido judicial de la Palma. Es un lugar de romerías, la más importante de las cuales es la que organizan los sevillanos por Pascua de Pentecostés, haciendo el trayecto desde Sevilla al santuario de Almonte en caballerías caprichosamente enjaezadas y en carretas engalanadas. El auge de esta romería no cesa de crecer año tras año. Son multitudes de muchos centenares de miles de andaluces que se dan cita en la explanada del santuario a cantarle a la Blanca Paloma.
No es casual que sea ésta la advocación de la Virgen en torno a la cual se mueven mayores multitudes. Desde siempre y en todas las culturas, el rocío se ha considerado un principio vital para la tierra y para el hombre, y se le han asignado funciones fecundantes. Al transferirse a la Virgen María en sus diversas advocaciones la mayoría de atributos de las divinidades femeninas que poblaban los santuarios paganos, no podía faltarle el atributo de portadora del rocío. Unido a esto el fenómeno cultural de las romerías, una de cuyas funciones esenciales a lo largo de los siglos ha sido la de propiciar el encuentro de mozos y mozas de otros pueblos, a fin de evitar el estancamiento genético, no es de extrañar que sea precisamente la Virgen del Rocío la que ha aglutinado en torno a sí este singular fenómeno social, religioso y folklórico.
En todas las mitologías y en todos los ritos que de ellas se derivan, el rocío, junto con los vientos, ocupa un lugar especial. En la cultura talmúdica y rabínica el rocío es de por sí una bendición y un propagador de las bendiciones del cielo. "Da rocío y lluvia para bendición de la tierra", dice la liturgia hebrea. "El rocío de la resurrección", dice la doctrina rabínica, se guarda en un depósito en Arabot, el más elevado de los cielos, y con él se devuelve la vida a los muertos. En muchos países de Europa, en el mes de mayo se cortan ramas empapadas de rocío los días de fiesta y con ellas mueven algazara; en muchos otros, ruedan la gente moza desnudos por el suelo para empaparse del fecundante y vivificante rocío. En otros, el rocío es elemento indispensable en el preparado de medicinas...
Es realmente bello y sugestivo el nombre de Rocío, y ocupa un lugar preeminente entre los nombres de mujer aportados por la Naturaleza: Alba, Aurora y Rocío, ocupan el lugar más alto. Sigue la Luna, oculta bajo el nombre de Elena, y ya en la vegetación, Silvia, Silvana, Rosa, Margarita, Azucena, Hortensia, Jazmín... y entre los minerales, Gema, Ágata, Esmeralda... Una bellísima secuencia de nombres de mujer. ¡Felicidades, Rocío!
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