CALLE DEL ARRABAL
Se me quedó en lo hondo una visión tan clara, que tengo que entornar los ojos cuando pretendo recordarla.
A un lado, hay un calvero de solares; enfrente, están las casas alineadas, porque esperan que de un momento a otro la Primavera pasará. Las sábanas, aún goteantes, penden de todas las ventanas. El viento juega con el sol en ellas y ellas ríen del juego y de la gracia. Y hay las niñas bonitas que se peinan al aire libre. Cantan los chicos de una escuela la lección. Las once dan. Por el arroyo pasa un viejo cojitranco que empuja su carrito de naranjas.
Dámaso Alonso
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