Para limpiar nuestra mente y alcanzar el nivel espiritual que necesitamos, tenemos que sujetar nuestro libre albedrío tradicional que nos ata a las cosas materiales de este mundo, a la auténtica conversión de las cosas espirituales que Jesús nos da a conocer a través de su enseñanza para decirle con certeza, convicción y seguridad: Señor, si quieres puedes limpiarme. Entonces, él extenderá su mano y dirá: ¡Lo quiero! Y limpios seremos.