"Hubo una época en la que los seres eran verdaderamente capaces de amarse y permanecer fieles, por esto entonces no existía el sacramento del matrimonio. El matrimonio se instituyó porque los humanos ya no sabían amarse. Por eso tuvieron que inventarse leyes, sacramentos, etc., para obligarles a respetar sus compromisos. Cuando hay amor, ¿acaso son necesarios papeles, contratos, el alcalde o el cura? Y luego incluso, ¿acaso todos los papeles, alcaldes y curas impiden que las parejas casadas se traicionen, se desgarren y se separen? No, desgraciadamente. Cuando hay amor, no se necesita nada más para que dure eternamente, ni siquiera la bendición de los sacerdotes. Porque Dios ya ha dado su bendición. Dios está en el amor de aquellos que se aman verdaderamente, y ésta es la única auténtica bendición: el amor en sí mismo."