Aprendizaje y humildad |
El foco puesto en las faltas ajenas
Ver cómo la mayor parte de la atención de muchos suele estar puesta en las faltas ajenas, perdiéndose así la oportunidad de estar mejor, mejorándose cada cual a sí mismo. Encontrar relaciones en las que cada parte busca estar mejor tratando infructuosamente de cambiar al otro…
Leyendo The Happiness Hypothesis, de Jonatahn Haidt, encontré algunas reflexiones que me aportan a este tema.
Fácil es ver las fallas de los demás, pero las propias fallas son difíciles de ver. Uno aventa, como la paja, las fallas de los demás, pero esconde las propias como el cazador se esconde a sí mismo. Budha
No juzgues a tu hermano…
Porque con el juicio con que juzgas, serás juzgado, y con la regla con que mides, serás medido.
¿Y por qué miras la paja en el ojo de tu hermano, y no percibes la viga que está en tu propio ojo? ¿Cómo puedes decir a tu hermano: “Déjame sacarte la paja del ojo”, cuando tienes una viga cubriendo el tuyo? ¡Hipócrita! Saca primero la viga de tu ojo, y entonces verás con claridad para sacar la paja del ojo de tu hermano. Jesús
Edward Lee Schrock era uno de los congresistas republicanos que con más fervor levantaba la bandera de oposición a la igualdad de derechos de la comunidad homosexual, con una batería de argumentos morales. En agosto del 2004, se hicieron públicas una serie de grabaciones de Schrock conversando en Megamates (una línea interactiva de citas). En estas grabaciones se lo escucha a Schrock describiendo las cualidades anatómicas del tipo de hombre que estaba buscando para satisfacer sus deseos, y los actos sexuales que le interesaba realizar con él…
Es divertido burlarse de un hipócrita… Existe un placer especial en la ironía del derrumbe de un moralista que cae por el peso de sus faltas a la moral, las mismas que el mismo condenaba [y la misma moral cuya bandera levantaba]. Es como el placer que se siente al escuchar un chiste bien contado… el discurso del hipócrita fija el contexto de la historia y los actos del hipócrita son lo gracioso del chiste.
En particular los escándalos son un gran entretenimiento de masas porque les permiten a las personas sentir desprecio, una emoción moral que les lleva a experimentar cierta superioridad moral sin pedir nada a cambio. El desprecio no requiere hacer algo para corregir el error (como sucede con el enojo), ni escapar de la situación (como puede suceder con el miedo o el disgusto). Y lo mejor de todo, el desprecio se puede compartir. Las historias sobre la fallas morales de los demás son el más común de los chismes, ofrecen a las personas que comparten ese chisme una manera de demostrar inmediatamente que comparten una orientación moral común. Para ser aceptado por otro, sólo necesitas contarle una historia cínica sobre errores ajenos que termine con ambos sonriendo y moviendo la cabeza.
Bien, pero no nos riamos tanto… Una de las sugerencias de la sabiduría universal, en todas las culturas y tiempos, es que todos somos hipócritas, y en nuestro desprecio a la hipcresía ajena nos despreciamos a nosotros mismos. Los psicólogos sociales lograron recientemente aislar los mecanismos que nos ciegan y no nos dejan ver las vigas en nuestros propios ojos. Las implicancias de estos hallazgos son perturbadoras, pues desafían nuestras más firmes certezas morales. Pero estas implicancias también pueden ser liberadoras, pues nos rescatan del moralismo destructivo, el divisionismo, y la justicia por mano propia.
Andres Ubierna